No es la tecnología, son los profesionales TI y sus certificaciones

Pese a los esfuerzos, la escasez de profesionales especializados en tecnologías de la información con certificaciones en tecnologías de vanguardia muy utilizadas, como BPM, SOA, BI entre otras, es un tema aún más preocupante.

Por: Álex Lagos, Gerente de Tecnova

De acuerdo a cifras de la consultora internacional IDC, el déficit de personal de TI calificado es cada vez más importante. Mientras en Australia habría una brecha de casi 100 mil personas, en Europa llegaría, de aquí al 2020, a 825 mil. América Latina y Chile, en particular, no están ajenos a esta realidad. De hecho, según cifras de la ACTI, para los próximos cinco años Chile requeriría de unos 70 mil especialistas.

No sólo se hace fundamental promover las carreras técnicas y profesionales en el área de las TIC, sino también potenciar las certificaciones, pues de ellas, muchas veces depende el éxito o fracaso de un proyecto, del desarrollo de un software o aplicación, del diseño de una solución o, incluso, de un negocio. Es común ver que se culpe a la tecnología o plataforma que no funciona, cuando en la mayoría de los casos, la razón fue una mala implementación de la misma, no hacer una buena gestión del proyecto, como tampoco contar con el personal idóneo.

Es imperioso que tanto instituciones, como empresas y organizaciones, ya sean públicas o privadas, entiendan el valor de las certificaciones a la hora de optar por una compañía y su equipo de profesionales para realizar un trabajo de TI, pues de ello dependerá la continuidad de sus procesos, el poder brindar sus servicios de manera adecuada y, en definitiva, de poder hacer bien todas sus tareas. Por ello, no sólo es suficiente contar con profesionales TI, sobre todo es importante que éstos sean certificados y respaldados por las marcas o instituciones con las acreditaciones respectivas, pues es la única manera de asegurar calidad, conocimiento y mejores prácticas, lo que conlleva a una mayor tasa de éxito.

Así, es necesario tener en cuenta el viejo refrán que dice que lo barato cuesta caro, ya que muchas veces, por no tener la expertise y certificación adecuadas los proyectos no resultan, se alargan, se encarecen y finalmente se abortan. Invertir en el conocimiento, ya que éste se puede transformar en un bien preciado, tanto para el que ofrece como para el que demanda, debiera transformarse en un mandato.

Incluso más, las organizaciones tendrían que poner más atención en los procesos de compra o licitaciones y exigir que las empresas que venden así como las que entregan servicios tengan las certificaciones pertinentes y respaldadas por las marcas y/o entes competentes. Tiene que haber un convencimiento transversal de que las certificaciones son garantía y sello de respaldo.

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