Cristián Cox: hay programas de formación de profesores que deben cerrar

El ex decano de la facultad de educación de la Universidad Católica analizó el próximo proyecto que presentará el Gobierno en materia educacional: el Plan Nacional Docente. De la misma forma, el investigador entregó su opinión sobre los cambios que deberá tener la carrera de pedagogía para alcanzar su perfeccionamiento.

En entrevista con Radio Universidad de Chile, Cristián Cox, ex decano de la Facultad de Educación de la Universidad Católica y actual investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE) de la misma casa de estudio, desarrolló una observación sobre Plan Nacional Docente, proyecto que entraría en los próximos meses al Congreso.

Asimismo el sociólogo analizó la transición que ha existido en la pedagogía, asegurando que en la actualidad los profesores tienen una mayor exigencia.

La Presidenta Michelle Bachelet anunció el pasado fin de semana que el primer proyecto que enviará al Congreso será Plan Nacional Docente, ¿cuál es su opinión de este proyecto?

Es un proyecto es muy importante. Decisivo, para mi gusto. Ya que en política educacional se pueden ordenar los desafíos de Chile en términos de una agenda institucional y una de construcción de capacidades. El Plan Nacional Docente tiene directa relación con esta segunda agenda: las capacidades.

La educación es un diálogo entre dos generaciones que es llevado por la profesión docente y su calidad depende completamente de esta profesión. O sea, una política que apunta a las condiciones de ingreso, de preparación y desempeño de la profesión de la que podamos ofrecer a una nueva generación.

¿Existe una polarización ideológica en esta materia?

Diría como introducción a esta iniciativa que hay mucho más acuerdo sobre este ámbito por sobre el institucional. Esta es una buena noticia ya que no cuesta tanto converger. Por supuesto en los detalles hay discrepancias y mucho por definir. El Gobierno llamó a un proceso participativo durante enero. Está recabando opiniones y hubo una iniciativa civil muy importante en 2014, en donde participaron una veintena de instituciones en conjunción de colegios, iglesia, centros académicos, entre otros. Acá hubo un trabajo prolongado, muy serio, que fue entregado al Gobierno en el último trimestre.

Hay una base sólida de acuerdos sobre qué es lo esencial o qué es lo que la política debiera tocar, de modo de establecer un nuevo marco para el desarrollo de esta profesión estratégica. Porque lo que haga o no haga depende decisivamente de las capacidades de la próxima generación. Esta es una profesión estratégica porque de éste diálogo que se logra establecer con los aprendices depende el desarrollo económico, democrático y cultural en el futuro. Esto es de sentido común, pero su correlato político, financiero e institucional no siempre lo toma suficientemente en serio. Decimos que la educación es crucial y si ella depende los docentes, los profesores son cruciales. No obstante la profesión ultima en términos de remuneraciones y trabaja en condiciones muy difíciles. La política tiene que arreglar esto. Ya que no se puede aspirar a todo lo que la sociedad chilena desea.

¿Ha cambiado la forma de enseñar en la actualidad?

La educación contemporánea y el que la conduce tiene una tarea muy compleja. No era así en el pasado. No se concibió así en la sociedad industrial, que estandarizó e hizo controlable en forma estándar el proceso educativo. Hoy la sociedad le exige a la educación algo que no es estándar, que supone unas capacidades que involucran a los alumnos de manera ultra compleja. Queremos que investiguen, que exploren su vocación y sus intereses, que hagan meta cognición o que observen su propio aprendizaje. Hay que imaginar que está detrás de esta inmensa transición: de la educación estandarizada de la sociedad industrial a la basada en la persona y apuntando a unos estándares de conocimientos y competencias mucho más altos y complejos.  Por ende, el profesional que logra producir este conocimiento en sus alumnos tiene una alta exigencia.

Esto implica que, en este momento, ¿se necesiten mayores prerrequisitos para ingresar a estudiar pedagogía?

En la actualidad, Chile tiene estudiando a 155 jóvenes en carreras de educación. Entre 1973 y el 2002, el conjunto de carreras de educación, no sobrepasaron los 40 mil alumnos. Entonces varió la matrícula entre el año del golpe y el 2002 entre 25 y 40 mil estudiantes. Algo está mal si se considera que la matrícula del sistema hace 13 años solo alcanzaba los 40 mil estudiantes y hoy existen 120 mil estudiantes de pedagogía.

Hay muchas más carreras y muchos más estudiantes de los que históricamente el sistema escolar requirió. El sistema escolar rota todos los años por jubilaciones, envejecimiento natural y necesita una cifra cercana a los 8 y 10 mil nuevos profesores al año. ¿Qué pasó en los últimos 15 años?, ¿qué pasó con esta explosión de carreras y programas de formación? Me parece que lo ocurrido va de forma contraria a lo que necesitamos.

No se puede tener el profesorado que la sociedad chilena aspira con un alumnado que no reúne el talento para hacerlo. Esto es lo más duro y difícil de la agenda porque significa que programas se  deben cerrar. Esto no es más la avenida de movilidad social e impactaría severamente a instituciones regionales.

Pero más vale que se empiece hacer ahora.

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